SANGRE ARMENIA, SANGRE FERTIL. (Xx + xy = Vida).
Xx + xy = Vida
Desde el comienzo de nuestra especie que el hombre busca responder grandes interrogantes. Y son más las preguntas que las respuestas encontradas. Desde la teoría de selección natural de Darwin, hasta las grandes religiones buscan dar respuesta a aquellas cosas que se nos presentan delante de nuestros ojos pero que no podemos comprender a simple vista.
Desde la ciencia se desarrollará una hipótesis con elementos empíricos posibles de ser contrastados con la realidad. La religión se basará en alguna sagrada escritura; pero la historia del ser humano, muestra que, de una u otra manera, buscamos saber de nuestra historia. Saber, ¿quiénes somos?.
Descendencia y contexto
Corre sangre armenia por nuestras venas, crecimos en un contexto social que nos repitió, una y otra vez, que nosotros también, a pesar de estar lejos de nuestra madre patria, somos armenios. La historia es lo que nos antecedió y forma parte irremediablemente de lo que somos. Es aquello que nos muestra el camino que nos llevó a estar donde estamos, a vivir en el país que habitamos y a tener la familia que tenemos. Cada uno de nosotros necesita saber de su pasado para entender quiénes y cómo somos.
La familia es el contexto cercano que nos nuclea como miembros de una sociedad. Nuestros padres y hermanos tienen muchas características que reconocemos como propias. Pero no sólo porque poseemos un gran porcentaje de información genética en común, sino también porque compartimos un mismo ambiente. Así mismo nos pasa con nuestros amigos, cuando sentimos que “estamos conectados”, que “nos entendemos con la mirada”. Compartir un mismo lugar geográfico, un mismo momento social, compartir los mismos lugares, actividades y compartir una misma historia; es compartir también características símiles en cuanto a personalidad, modismo, proyectos. Compartir una misma historia es también compartir un lugar en la historia, nuestra historia.
La educación, la cultura, funcionan a modo de refuerzo de esa historia compartida, nos brinda e idea nuestra personalidad y la manera que tenemos de ver y encarar nuestra realidad. Es la cultura la que nos permite tomar posición con respecto a la vasta diversidad de razas que hay en el mundo.
Lo que nos une y nos separa, ¿agente natural o social?
Como ya dijimos, somos sujetos individuales inmersos en un marco social. Sujetos de cultura dentro de un contexto determinado. Es una dualidad, una ambigüedad que se mantiene en constante tensión, y a partir de allí, somos. Ni hombres puramente individuales ni sociales, sino ambos.
Muchos escritores se han interesado por justificar solo una de estas posiciones y han caído en el error de dejar de lado la causa misma de la cuestión; que la ambigüedad es inherente al ser humano.
Somos totalidad y somos elemento. Hay algo que nos une a otro y aquello que nos une es la razón de ser de una sociedad, masa o multitud.
¿Acaso podemos nosotros, armenios, encontrar alguna respuesta a nuestros actos en aquellos que nos antecede? ¿Hay algo genético que heredamos de nuestros antepasados respecto a ese espíritu de lucha?
La forma primordial de comunicación de los seres humanos es el habla. Ciencia semiológica, representaciones objetivas por excelencia- la palabra. Escribir es comunicar, es accionar sobre otro. Un accionar que es producto de un poder, un poder que produce en este comunicar, en este accionar que se manifiesta dentro de un entramado social, dentro de redes sociales y que se ejerce entre pares.
En las comunidades culturales se produce un fenómeno muy particular: la tolerancia entre pares es mayor, hay un lazo que une a ese otro por el sólo hecho de pertenencia, sea como modelo o como adversario. Este lazo que une asume varias formas: tribu, multitud, clase social, masa, institución, colectividad.
SEGUNDA PARTE
“Un hombre sólo posee lo que no puede perder en un naufragio”
(Keselman, Pavlovsky.)
Ser armenio nos une, nos nuclea. Es pertenecer a una gran familia que tiene un pasado y un futuro a construir. La tercera generación da lugar a una cuarta, a un crecimiento no sólo cultural. El genocidio de 1915-1923 es parte de nuestra historia. La necesidad de aceptación por parte del estado turco es nuestra necesidad de darle un cierre a este capítulo.
El hombre no posee la capacidad del olvido, no puede borrar recuerdos de su mente. Hagamos lo que hagamos, aquello que queremos olvidar sigue produciendo sus efectos desde lo inconsciente y pugna por retornar a la conciencia.
Ni el estado turco, ni el estado armenio van a poder olvidar la masacre. Ni los que la perpetuaron, ni los que la sufrieron.
Seguir adelante, seguir en lucha, formar y forjar nuevas generaciones, educarlas y enseñarles los errores del pasado es el deber de toda Nación. Negarlos es postergarlos. Tenemos un porvenir posible, pongamos hoy cuanto podamos de nosotros para aportar al crecimiento de nuestros hijos, de nuestras familias, de nuestro país con el objetivo de forjar un futuro fructífero y fértil para todos.
Diferentes roles, diferentes somos.
La noción de sujeto es un concepto histórico. La significación que se tiene hoy en día sobre el sujeto no fue siempre la misma en todo tiempo y espacio. Hay situaciones sociales, producto de procesos civilizatorios que se van modificando –avanzamos, nos movemos, todo se va modificando a la par, así mismo las civilizaciones-. Se modifican, también las leyes y los derechos del ciudadano conjuntamente con estos cambios. Por ejemplo en la época burguesa lo que era considerado espacio privado, es decir aquellas prohibiciones y permisos que eran conocidos por todos y delimitaban el correcto actuar de cada ciudadano según el estrato social en el que se encuentre. El burgués no tenía los mismos derechos de aquel que trabajaba en el campo. Un rey podía aparecer desnudo delante de sus sirvientes sin que esto cause pudor o vergüenza pero sí en el caso opuesto. Pero estos cambios no se producen solos, son los diferentes actores sociales los que los llevan adelante.
Tenemos diferentes grupos de pertenencia (amigos, trabajo, facultad, club) y muchas veces nos sentimos cómodos en ellos, nos identificamos con los demás miembros y encontramos muchas cosas en común que nos acerca aún más a aquellas personas que, muchas veces empiezan a ser muy importantes en nuestras vidas.
Dentro de esos pequeños grupos somos: el más divertido, el más vago, el menos estudioso, el más puntual; asumimos un rol o varios, que nos diferencia de los demás integrantes y que nos marca el papel o la función que cumplimos dentro de ellos. Ese rol nos indica la pertenencia a ellos y también nos posibilita un jugar a ser: el líder, el divertido, el caradura. En un contexto que nos es cómodo y que nos permite desplegar nuestro diversos perfiles y nos brindan la posibilidad de desarrollarnos como sujetos, de crecer física y mentalmente.
Nuestra colectividad es un gran grupo con infinidades de pequeños grupos en los cuales desarrollamos nuestra vida cotidiana. Nos nuclea y nos da un sentido de pertenencia. Saber de nuestro pasado es fundamental, pero quedar fijados a él nos impediría seguir avanzando, seguir produciendo.
Somos obreros de nuestra vida. Debemos abrir paso al futuro, ofreciendo cambios desde lo grupal y desde lo particular.
La importancia de formar desde los primeros años de vida.
Como ya sabemos, saber de dónde venimos en también, entender quienes somos. Proyectar nos ayuda a construir, a crear. Estas capacidades las vamos desarrollando desde pequeños, la forma típica de expresión de los niños en mediante el juego, a decir de Umberto Eco en “La obra abierta”, “el que no proyecta no juega, no inventa, no crea, no exorciza” por eso es muy importante que desde edades tempranas, se forme a los chicos en un marco familiar contenedor y sano, un buen grupo de pares con quienes relacionarse y expresarse. Instituciones que permitan el desarrollo cultural y evolutivo otorgando una educación rica en valores. Las carencias a temprana edad son grandes vacíos que acompañan al niño durante su crecimiento y son muy difíciles y trabajosos de remediar.
Que un niño tenga desde pequeño la posibilidad de reconocerse y diferenciarse de sus pares, es una destreza que forja la personalidad desde pequeños y que perdura durante la adultez.
Diana Buyukkurt