Despues de la expectativa, la nostalgia
Llegó el 13 de julio y se cerró
el telón de unas nuevas Olimpiadas. Las emociones, sentimientos, vivencias y
alegrías son algo ya clásico en este evento tan especial aunque también suelen
venir acompañadas de un vacío y la nostalgia que toma un tiempo en desaparecer.
En lo personal, esta vez me tocó vivirlo desde dos perspectivas distintas.
Por un lado, es la primera vez
que soy parte formal de la organización y la coordinación de un grupo y me tocó
serlo con la delegación más numerosa de los últimos tiempos, incluso mayor a la
del año pasado, superando las cien personas. Debo admitir que fue un
sentimiento abrumador cuando tomé real conciencia de la magnitud de la gente
que viajaba con nosotros, más aún sabiendo que no podíamos defraudar al
tratarse de Olimpiadas Mundiales. Pero con el pasar de los días, uno se da
cuenta de que los miedos son infundados y que el grupo humano que viajó nos
hizo más ameno el viaje. Gente tan especial que siendo tan distintos e iguales
a la vez, logra una perfecta armonía y buen ambiente a lo largo de los días.
Coordinar un evento así no es tarea fácil, y si bien no me llevé la parte más
tediosa de lo que es la organización en sí (reserva de hotel, pasajes, permisos
de salida del país, etc.), cosa muy bien llevada por Carlitos Khatchikian,
puedo decir que vale mucho la pena hacerlo para personas que lo valoran y que
participan activamente de la actividad deportiva del club. Resulta una
satisfacción mayor para nosotros que para ellos mismos.
Por el otro lado, pude formar
parte de uno de los equipos de básquet que llevó Buenos Aires. Competir en
Olimpiadas es algo que espero durante todo el año y cuando se termina, ya tengo
ganas de que sea el año siguiente. La sana rivalidad deportiva para con el
resto de las delegaciones es lo que mantiene vivo el espíritu olímpico. Entrar
con la camiseta de “UGAB Buenos Aires” para defenderla a capa y espada es algo
que no se explica, sino que se siente. Y si me toca sentarme o verlo desde
afuera, la idea es alentar hasta que los pulmones digan “basta”. El plantel
general se tornó muy competitivo y son los chicos la base más fuerte del mismo.
Si bien no pudieron llevarse el primer puesto como hubieran querido, tendrán
muchos años más por delante para lograrlo y será el papel de nosotros, los más
“veteranos”, el de acompañarlos.
Tengo la certeza de que las
próximas Olimpiadas van a resultar, a nivel grupal y deportivo, tan buenas como
éstas. Y quería aprovechar la oportunidad para invitar a todo aquel que desee
formar parte de la delegación que partirá a Córdoba en el 2009. Les puedo
asegurar que resultará inolvidable al igual que años anteriores.
Francisco José Balassanian