El largo camino hacia la inclusión
Sí, existen En el inconsciente colectivo de la sociedad armenia hay una creencia de que “en Armenia no existen homosexuales”. Muchas personas en Armenia no conciben la idea de un armenio homosexual. Esto se encuentra además en la misma mente de la comunidad LGBT. Ellos mismos pueden verse limitados por el tabú y vivir toda su vida sin siquiera hacerse preguntas sobre su propia orientación o identidad sexual. No “salen del closet”, tanto para quienes los rodean como para sí mismos. Tan complicado es el contexto para la diversidad en general, que aquellos con orientación y/o identidad sexual no heterosexual prefieren ocultarse como tales o migrar hacia otros países. Otros optan por casarse con una persona del sexo opuesto y tener una doble vida, o directamente reprimirse. Los que deciden quedarse y asumirse, pasan relativamente desapercibidos porque es algo tan poco común que nadie sospecha de ellos. Incluso, si prestamos atención, veremos que en Armenia se manejan códigos de proxemia muy distintos a los nuestros. Entre hombres y mujeres hay mucha distancia, mientras que entre personas del mismo sexo hay muy poca: se ven tanto hombres como mujeres caminando de la mano con personas del mismo sexo, indicando esto afinidad y cercanía, pero no homosexualidad. También se escucha seguido que “un homosexual no es armenio” o “es un traidor”. Esto último ya implica un roce con las costumbres tradicionales y los roles que designa una sociedad mayoritariamente conservadora, homogénea y patriarcal en la que uno, siendo distinto, encuentra imposible encajar. La homosexualidad además tiende a verse como si fuera un tema de los odar (extranjeros), una “moda extraña” importada de Occidente. Además, las dos grandes ONGs que defienden los derechos de estas minorías tienen perfiles más bien occidentalizados y son muy críticas de la históricamente estrecha relación del país con Rusia –que se fortaleció aún más cuando, en 2014, Armenia acordó su ingreso a la Unión Económica Euroasiática, relegando en cierta forma su relación con la Unión Europea. Es sabido que Rusia no es un ejemplo de inclusión hacia los grupos LGBT, situación que parece haberse exacerbado bajo la presidencia de Vladimir Putin. Así, una cuestión que en principio es meramente personal adquiere además una carga política, ya que se asume que un homosexual adhiere a valores occidentales y, por tanto, es anti-ruso, cuando no necesariamente sea el caso, ya que cada uno tiene sus opiniones en materia política más allá de su sexualidad. De hecho, muchas personas que deciden emigrar eligen Rusia como su nuevo hogar, ya que a pesar de ser un contexto igual de hostil que el armenio, allí logran cierto anonimato y evitan la “vergüenza” y el escándalo que involucraría además a sus familias (este tipo de migración se da también de zonas rurales a ciudades dentro de Armenia, con el mismo objetivo). ¿Lesbianas y bisexuales? Bien, gracias Siempre se habla de los bisexuales como los más ignorados del colectivo LGBT y Armenia no es la excepción, pero en este caso tenemos que ir un paso atrás y recordar a otro grupo olvidado: las mujeres homosexuales. Ya bastante complicado es para la sociedad armenia pensar en que un hombre pueda ser homosexual. ¿Pero, una mujer? Más aún. Partimos de la base de que en Armenia su rol es el de hija, esposa y madre. Las mujeres no son consideradas sujetos sexuales, o sea que no se concibe la idea de que tengan deseos o preferencias sexuales. Según un informe de ILGA Europe (una organización que trabaja con la comunidad LGBT en ese continente), “la negación histórica de la sexualidad mujer/mujer significó que las relaciones sexuales entre estas no fue criminalizada en Armenia. Esto implicó una obvia ventaja en comparación con la situación de los hombres homosexuales.” La realidad es que la mayoría de las conversaciones gira en torno a los hombres gays y luego a las travestis y transexuales –prácticamente consideradas hombres, ya que se ignora su identidad femenina. Los hombres bisexuales quedan relegados del mismo colectivo, ya que es difícil que sean aceptados como tales y generalmente son percibidos como homosexuales que no se quieren asumir. Las mujeres lesbianas y bisexuales prácticamente no forman parte de la cuestión, pero tienden a ser vistas no como traidoras o enfermas (como se consideraría a un hombre homosexual), sino como confundidas, perdidas y frustradas. En un estudio realizado en el 2009 por la organización We for Civil Equality, el 61% de las mujeres lesbianas reconoció haber sido acosada verbalmente a causa de su orientación sexual, el 31% fue amenazada con violencia, el 13% fue atacada con armas u otros objetos, el 37% sufrió daños a su propiedad, al 70% la escupieron, al 24% la golpearon, un 20% sufrió acoso sexual y el 1.5% fue víctima de violación sexual (un tercio de estas perpetradas por oficiales de la Policía o el Ejército). La problemática trans En Armenia la cirugía de cambio de sexo no es realizada de manera legal, aunque ocurre igualmente en secreto. De cualquier manera, las personas transgénero por lo general viajan a Georgia o Rusia a hacerse estas intervenciones. Lusiné Ghazaryan, abogada de PINK Armenia (organización que trabaja para defender los derechos del colectivo LGBT y cuyas siglas significan Public Information and Need of Knowledge –Información Pública y Necesidad de Conocimiento-), señala una problemática que se repite en todas partes del mundo: “La mayoría de las trans con las que trabajamos está vinculada con la prostitución. Este es el grupo más vulnerable y el que más problemas tiene con la Policía, ya que la prostitución es ilegal en Armenia.” Las transgénero que terminan en estaciones de Policía –tanto por ataques de oficiales como de particulares-, se enfrentan a abusos, detenciones arbitrarias, chantajes, ridiculización y hasta a denuncias penales por falsa denuncia. Por ejemplo, en agosto del 2015 dos mujeres trans fueron atacadas por cinco hombres en un parque en Yereván. El resultado: heridas de gravedad, incluyendo traumatismo cerebral. Las victimas pidieron ayuda a la Policía pero les fue negada. Percepciones La encuesta de World Values Survey (Encuesta de Valores del Mundo), una organización sueca que recaba información sobre valores y creencias en más de 100 países y que se llevó a cabo en Armenia en 2011 (con 1100 encuestados), evidencia algunos datos interesantes. Puestos a elegir sobre personas a las que no querrían tener como vecinos, los resultados fueron –como mínimo- curiosos: los porcentajes obtenidos por drogadictos (96%), homosexuales (93%), alcohólicos (92%), personas con VIH/sida (77%), personas que profesan otra religión (57%), parejas de concubinos/no casados (33%), personas de “otra raza” (SIC, 32%), inmigrantes o trabajadores extranjeros (18%) y personas que hablan otro idioma (16%) testimonian de alguna manera la escala de peligrosidad percibida de los distintos grupos y el rechazo a compartir el espacio o la cotidianeidad con los mismos. Por otro lado, el informe “Actitud pública hacia las personas LGBT en Yereván, Gyumrí y Vanadzor”, resultado de una encuesta a 1156 personas llevada a cabo por PINK Armenia, también en 2011, es otra muestra de las dificultades del colectivo LGBT para dejar de ser el “otro” en una sociedad que sigue siendo bastante homogeneizante en términos socioculturales. Según este sondeo, dos tercios de los encuestados creen que las personas LGBT deberían ser condenadas socialmente y más de la mitad asegura que no es apropiado para miembros de la Nación armenia tener entre sus miembros a LGBTs. En general, las mujeres parecen ser más inclusivas, lo mismo que quienes han alcanzado mayores niveles de educación formal. Por otro lado, más de la mitad de los encuestados afirmó que dejaría de tener relación o comunicación con una persona si se enterara que es LGBT, mientras que casi un cuarto trataría de influenciarlo/a para que cambiara su orientación sexual y el 13% piensa que la comunicación con esa persona sería negativa. Sólo el 7% cree que la relación seguiría normalmente. En cuanto al rol de las instituciones estatales y sus políticas hacia el colectivo LGBT, el 71% entiende que el Estado debería hacer algo para luchar contra ellos. Sólo el 3% cree que el rol de estas instituciones es el de crear conciencia pública. Las consecuencias que traen esos prejuicios son grandes complicaciones en la vida de cualquier persona LGBT. “Salir del closet” puede implicar cortar lazos con la propia familia, ya que es muy común que no haya contención en este ámbito (en una encuesta de 2007, apenas el 3% de las personas LGBT consultadas había revelado su orientación sexual en su círculo familiar, mientras que esa cifra promediaba el 50% en el caso del grupo de amigos). Es complicado, además, armar una familia propia, ya que no es posible casarse, adoptar, e incluso puede ser difícil conseguir departamento, porque está mal visto que dos personas del mismo sexo vivan juntas pasados los treinta años. Afrontan constantemente discriminación en todos los ámbitos: familiar, laboral, educativo, salud, etcétera. Pueden además sufrir ataques deliberados de cualquier tipo, y denunciar abusos implica exponerse públicamente ante conocidos, instituciones y medios, lo cual complicaría todo aún más –sin garantía de obtener resultados, ya que legalmente no hay mucho que hacer al respecto. Por todas esas razones, la mayoría mantiene su orientación sexual en secreto, o decide emigrar a sociedades en las que puedan expresarse con más libertad. Inclusión Es paradójico que, para un pueblo como el armenio, sea tan difícil ser amigable con sus propias comunidades y grupos desfavorecidos. Recordemos que el Genocidio Armenio fue consecuencia de la no tolerancia hacia una minoría dentro de Turquía, la despersonalización, la falta de empatía, la construcción de una parte de la población como “el otro”, la xenofobia. Todo esto invita a ciertas reflexiones. ¿Es una cuestión de supervivencia la que hace a la sociedad armenia tan tradicionalista y conservadora? ¿Tiene sentido esa supervivencia si, al mismo tiempo, implica no incluir a una parte de la sociedad? ¿Cuál es el futuro posible si se está empecinado en sobrevivir, sin adaptarse, a cualquier costo? Uno de los grandes responsables de cambiar este rumbo que ha tomado la sociedad es el Estado (hoy atrincherado en una posición claramente homofóbica), que tiene a su alcance las herramientas para informar, formar y educar a sus habitantes y, si todo eso falla, defender a los grupos más vulnerables y asegurarse que la justicia alcance a todos por igual. Pensar la supervivencia de una sociedad basada en el miedo puede ser muy costoso y, a fin de cuentas inútil, sobre todo (y como lo ha demostrado la historia una y otra vez) cuando el precio a pagar son los Derechos Humanos de una, cien, o millones de personas. Sobrevive quien mejor se adapta a un mundo que cambia constantemente. Armenia puede adaptarse, justamente mejorándose, sin perder sus creencias y sus valores.
Tamara Balyan y Mariana Kechichian
Género, sexo, orientación sexual El sexo remite a lo biológico al momento de nacer un ser humano, mientras que el género es un conjunto de comportamientos, características y roles creados por la sociedad que se van instalando gradualmente mediante la socialización de una persona. La identidad de género es lo que siente cada uno respecto a su género, sea cual fuere su sexo. Las identidades de género más aceptadas y conocidas son las cisgénero –el binario hombre-mujer. Sin embargo, sería simplista pensar que se limita a eso, ya que además existen identidades como trans, queer, andróginos, agéneros, etcétera, que se ramifican y disuelven en tantos grises que en realidad es cada persona quien define su propia identidad de género. La orientación sexual es lo que siente cada uno respecto a orientación erótica-afectiva, y va más allá de la identidad de género. Acá entra en juego lo que le atrae a cada uno, y ejemplos de esto serían heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, pansexualidad, asexualidad, etcétera. Lo importante es comprender la complejidad de la cuestión. Pueden imaginarse las múltiples combinaciones surgen de estas variantes, lo que permite casi infinitas maneras, que además pueden ser cambiantes, de que cada uno entienda y experimente su cuerpo, su identidad y su sexualidad. El Estado homofóbico Las falencias a nivel legislativo, como la ausencia de leyes que específicamente traten el tema de la discriminación y los discursos del odio hacia el colectivo LGBT (a pesar de que el artículo 14.1 de la Constitución de la República de Armenia prohíbe “la discriminación basada en motivos como sexo, raza, color, origen étnico o social, rasgos físicos, lenguaje, religión o creencia, opiniones políticas o de otro tipo, pertenencia a una minoría nacional, propiedad, nacimiento, discapacidad, edad o alguna otra circunstancia personal o social”), generan un vacío legal que nadie parece querer enmendar: ni los restantes poderes ni quienes detentan el monopolio de la violencia legítima. Las ONGs que defienden los derechos de las personas LGBT señalan que la Policía suele tratar con desdén las denuncias de abusos que presentan los miembros de ese colectivo. En el caso de las cárceles, la situación es mucho peor, ya que, según los informes presentados por estas organizaciones, los convictos homosexuales son obligados a realizar trabajos degradantes y suelen estar completamente aislados del resto de los prisioneros. Otro espacio en el que la comunidad GBT se encuentran en extrema situación de vulnerabilidad es el Ejército. El Servicio Militar dura dos años y es obligatorio en Armenia. Según el informe de 2015 sobre Prácticas de Derechos Humanos preparado por el Departamento de Estado de los EE.UU., quienes son abiertamente homosexuales son eximidos de prestar el servicio tras un examen psicológico en el que se dictamina que el conscripto tiene un “desorden mental”. En el caso de los que no lo son (y no han “salido del closet”), muchas veces juega la presión psicológica de ser “descubiertos” y que esta información sea luego difundida entre sus familiares. En cuanto al Poder Ejecutivo, vale una muestra del desinterés en avanzar hacia una sociedad más respetuosa de las minorías sexuales. En octubre de 2014, pocos días antes de que el juez se expidiera sobre el polémico caso del periódico Iravunk (ver Periodismo para (casi) todos), el Presidente de Armenia, Serge Sarkisian, participó de la celebración del 25º aniversario de ese medio e hizo entrega de condecoraciones a su director y a su editor en jefe. A veces es mejor callarse… Cuando Hovhannés Sahakyan, diputado del oficialismo, fue consultado por sus actitudes hacia el colectivo LGBT (entre ellas el elogio a uno de los acusados arrojar una bomba molotov en el bar DIY en 2014), en una entrevista con el sitio web LGBTnews.am esto dijo: “Como presidente del Comité de Asuntos Legales de la Asamblea Nacional, entiendo que todas las personas deberían ser protegidas aquí. Pero, como armenio, rechazo y no acepto tales actos, porque somos una nación pequeña, somos un país en guerra, y todo eso afecta el humor de nuestra sociedad. También les recomendaría que no estimularan el desarrollo de este tipo de fenómenos a través de su propaganda.” El costo económico de la discriminación Un informe llamado “El impacto de la emigración LGBT en los indicadores económicos de Armenia” (2015), llevado a cabo por PINK Armenia con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega, intenta medir, en términos monetarios, el resultado de las políticas discriminatorias hacia el colectivo LGBT, específicamente en el caso de quienes abandonan el país. Si bien se aclara la dificultad inherente a un estudio de este tipo (no hay cifras exactas sobre la población LGBT), el informe marca una distinción muy precisa entre la emigración de personas heterosexuales y LGBTs. En los primeros, la motivación principal suele ser económica, mientras que en el segundo grupo la prioridad es escapar de situaciones discriminación y violencia para vivir en una sociedad en la que puedan expresarse libremente y en la que el Estado garantice sus derechos. En el estudio se afirma que, a diferencia de los migrantes tradicionales, los migrantes LGBT no suelen enviar remesas a su país de origen, dado que “muchas veces cortan lazos con sus familias, que los discriminaron.” El informe cita un trabajo difundido en 2012 por el Center for American Progress (una organización estadounidense que trabaja sobre políticas públicas), llamado “El costoso negocio de la discriminación”, en el que cuantifica en 64 millones de dólares las pérdidas en las que incurrieron las compañías norteamericanas en un solo año a causa de la discriminación y las injusticias en el ambiente laboral (muchos de esos casos tenían que ver con trabajadores LGBT). En ese sentido se encamina el reporte de PINK Armenia, que intenta determinar no sólo la cantidad de dinero perdido por la emigración de personas LGBT sino también las ganancias no obtenidas a raíz de esta situación. En el primer caso, el cálculo se realiza en base a la inversión en educación en un ciudadano armenio que emigró entre 2011 y 2013, que se estima en U$S 3545. Si se multiplica esa cifra por 5891 (la cifra aproximada de emigrantes LGBT de ese período), la pérdida es de U$S 21 millones sólo en el dinero que fue destinado a la educación de esos individuos que se convierten en trabajadores/empresarios/etcétera en otro país, generando riqueza fuera de Armenia. En caso de las ganancias no obtenidas, se calculan en base al PBI que hubiera generado cada emigrante y a los ingresos que el Estado hubiera recibido por el pago de impuestos. “Cada ciudadano de Armenia que emigró durante el período 2011-2013, si no regresa al país, deja de contribuir en un promedio de U$S 15.011 al PBI durante el año siguiente a su partida,” se afirma en el informe, por lo que “los cálculos revelan que, en el año siguiente a la emigración del período 2011-2013, Armenia no recibió U$S 15.000 por persona aproximadamente que, multiplicados por 5891 emigrantes LGBT, dan un total de U$S 88.365.000 a lo largo de tres años.” Esta, sin embargo, es sólo la cifra inicial, ya que hay que considerar que estas ganancias no obtenidas se mantienen en todos los años subsiguientes hasta que el emigrante alcanza la edad jubilatoria. En cuanto al ingreso por impuestos que no recibió el Estado por la emigración de las personas LGBT, la proyección realizada por PINK Armenia asciende a unos U$S 19 millones durante el período 2011-2013, sólo considerando a quienes emigraron durante esos mismos años. Según estas cifras, queda claro que la discriminación no es negocio para nadie. Periodismo para (casi) todos En mayo de 2014, el periódico Iravunk publicó varios artículos “invitando” a las personas LGBT y a las organizaciones que trabajan para protegerlas a “excluirse de la vida pública”. El 17 de mayo, no casualmente coincidente con el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, Iravunk divulgó en su sitio web una “lista negra” de 60 personas –que, en el colmo de la botoneada, incluía links a sus perfiles de Facebook- invitando a sus lectores a ejercitar la “tolerancia cero” con ellos (no contratarlos, no tener contacto de ningún tipo con ellos, etcétera). El título de la nota era bastante gráfico: “Estas personas sirven a los intereses del lobby marica [se utilizó una palabra en armenio con ese significado peyorativo]: lista negra de enemigos del Estado y la Nación”. Varios de los mencionados en la nota pidieron una retracción, pero el periódico no sólo se negó a publicarla sino que nuevamente volvió a divulgar los nombres de quienes pidieron la rectificación. Por esto, finalmente dieciséis de los involucrados iniciaron acciones legales por difamación y discurso del odio, pero en octubre del mismo año un juez rechazó sus reclamos y obligó a los demandantes a pagarle al periódico U$S 360 como compensación por los costos legales incurridos. Desde su creación, PINK Armenia ha denunciado esta y muchas otras situaciones de discriminación en los medios. Algunas de ellas tienen que ver con la utilización de lenguaje ofensivo, y otras están relacionadas con el sentido común hegemónico. Un ejemplo es la transcripción de una conversación reciente entre Mamikon Hovsepyan, Director Ejecutivo de PINK, y una joven periodista del sitio de noticias Hraparak.am durante una conferencia de prensa grupal sobre violencia contra las minorías sexuales. Periodista: Si se aprueba la ley anti-discriminación y los homosexuales pueden caminar libremente por las calles a la luz del día, ¿eso les parece normal? La pregunta es por los efectos psicológicos que podría tener en los niños ver a parejas homosexuales andando por la calle. Hovsepyan: ¿Ahora no ves homosexuales durante el día? Periodista: Si, y no es normal. Hovsepyan: ¿No es normal? Vos y yo, hablando ahora, ¿no es normal? Periodista: Es normal. Hovsepyan: Yo soy homosexual. ¿Eso es normal para vos? Periodista: No, entonces no es normal. Está claro que, hasta ahora, el siempre difuso límite entre la libertad de expresión y la discriminación se inclina en Armenia claramente hacia esta última. Tal vez la mayor visibilidad que está adquiriendo la comunidad LGBT en los últimos años contribuya a derribar prejuicios aun firmemente arraigados y a abrir un debate más honesto acerca de la necesidad de integración definitiva de este grupo a la comunidad. La posición de la Iglesia Armenia “Una cosa es la parte espiritual, la de la fe, y otra es la vida personal de cada uno”, es lo primero que señala el Arzobispo Kissag Mouradian, Primado de la Iglesia Apostólica Armenia para Argentina y Chile, al ser consultado sobre el tema. Muy en sintonía con la frase “¿Quién soy yo para juzgar [a un gay]?” con la que el Papa Francisco (un viejo amigo de Mouradian, desde la época en la que se lo conocía como Jorge Bergoglio y era Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires) sacudió al mundo cristiano en julio de 2013, el Arzobispo Mouradian sin embargo aclara que esta posición es a título personal, ya que “la Iglesia Armenia tiene tantas cosas para resolver y para ordenar que, para llegar a ese extremo de las ‘novedades’, nos falta un montón de tiempo todavía.” Por eso, explica que “en cada Diócesis, el responsable a veces toma decisiones bajo su responsabilidad, pero eso no significa que sea la postura oficial de la Iglesia. Tal vez hay otros religiosos más ‘duros’ que yo con este tema, pero yo pienso que podemos recibirlos en la Iglesia.” Fiel a su estilo desacartonado, da un ejemplo muy claro para graficar su posición: “Yo siempre digo: al que quiere entrar a la iglesia, participar de la ceremonia, recibir la comunión, no le preguntamos nada ni le pedimos documentos. Yo no averiguo si uno es homosexual ni por qué, como tampoco averiguamos la vida del que es heterosexual (si un hombre es mujeriego o una chica anda con muchos chicos). Si viene a confesarse, a tomar la comunión, ¿quién tiene derecho a prohibirlo?” Sin embargo, esa “apertura” tiene un límite para el Arzobispo: “Pienso que podemos recibirlos en la iglesia, pero no ‘divulgar’ [su orientación sexual], en el sentido de que otros sigan el mismo camino. Yo no digo ‘Tenemos que decir que están haciendo algo bueno’, pero tampoco rechazarlos de la Iglesia. Si vamos a hablar de salvación, ¿quién dijo que no tienen derecho [ellos también] a salvarse a través de su sentimiento religioso?” En Armenia, sin embargo, no parecen pensar lo mismo. Las organizaciones que nuclean a las personas LGBT suelen denunciar que los eclesiásticos de la Madre Patria son de los más acérrimos opositores a la visibilización y empoderamiento de este colectivo. “En Armenia en general son un poco duros con los homosexuales. Y la Iglesia a veces se pone más dura que los que son duros”, resume el Arzobispo. Cómo poner una bomba en un bar y no ir a prisión en el intento Hay cosas que son fáciles en Armenia: conseguir hummus y lavash en un supermercado, que te inviten a cenar a la casa de un desconocido sólo porque sos de origen armenio y, aparentemente, incendiar un bar gay-friendly y zafar de la cárcel. Al menos esa es la lección que aprendieron los hermanos Hampig y Mkrtich Khapazyan, dos de los tres acusados de haber lanzado una bomba molotov en el bar DIY, frecuentado por personas LGBT, en mayo de 2012. La intención de varios de los actores involucrados de que el hecho permaneciera impune es inequívoca, no sólo porque la Policía arribó al lugar doce (¡12!) horas después de que los bomberos habían apagado la última llama –el lugar quedó destruido pero no hubo heridos porque la bomba explotó cuando ya estaba cerrado- sino porque, pocos días después, dos diputados de un importante partido que en ese momento era parte de la oposición pagaron los U$S 2500 de la fianza de uno de los dos detenidos por el hecho (la Policía luego liberó al otro tras su promesa de no abandonar el país). Para agregar más leña al fuego, algunos diputados del oficialismo también salieron a manifestar su posición (defendiendo a los hermanitos pirómanos, obviamente), con frases como “Encuentro esta rebeldía de dos jóvenes armenios contra los homosexuales, que han creado una guarida de perversión en nuestro país, completamente correcta y justificada”, por lo que, cinco meses después, no fue sorpresa leer en los diarios que las condenas de 19 meses en prisión para uno de los acusados y de dos años en suspenso para el otro habían sido revocadas por el juez. Advertencias Una publicación para los Cuerpos de Paz de los Estados Unidos que son destinados a Armenia aconseja a sus voluntarios LGBT: “Los voluntarios gay, lesbianas o bisexuales tienen que practicar la discreción. Si bien es indudable que existen gays en Armenia, cierta gente considera inmoral la homosexualidad. Algunos comportamientos que en los Estados Unidos se consideran aceptables, en Armenia pueden ser vistos con desdén o recelo. Es posible que se ignoren sus libertades civiles y que los hostiguen en bares o en la calle. Las lesbianas tendrán que padecer las constantes preguntas acerca de novios, casamiento y sexo (como les pasa a todas las mujeres). Utilizar ´un anillo de compromiso´ podría ayudar. Los gays tienen que conllevar la masculinidad tal como se la entiende desde el sentido común: hablar de conquistas, mirar chicas, hacer chistes obscenos, etcétera.” La fecha. 17 de mayo. Ese día, en más de 100 países del mundo, se celebra el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia para llamar la atención hacia las violaciones a los Derechos Humanos del colectivo LGBT. La elección del día es altamente simbólica, ya que el 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud quitó a la homosexualidad de su lista de desórdenes mentales. Un poquito de historia regional para explicar la actualidad A partir de los años que siguieron a 1917, tras la Revolución Rusa y la posterior conformación de la Unión Soviética, la homosexualidad, que era un delito durante el período zarista, dejó de ser criminalizada en Rusia y en los territorios que abarcaba el bloque soviético. Sin embargo, este avance en las libertades civiles fue interrumpido drásticamente (y por largo tiempo) a partir de la llegada al poder de José Stalin. En 1934, se implementó el artículo 121.1 del Código Penal de la URSS, que castigaba la “sodomía” con 5 a 8 años de prisión. Sevak Kirakosyan, autor de un informe llamado “Top Secret: LGBT in USSR, ASSR and III RA” (Ultra secreto: LGBTs en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la República Socialista Soviética de Armenia y la 3ª República de Armenia) explica que, al ser la productividad un valor soberano en los estados comunistas, las minorías sexuales eran vistas como improductivas e inconformistas y los hombres afeminados generalmente eran asociados al lujo, el ocio y los valores burgueses (esto a pesar de que, según postulan investigadores de la situación de las personas LGBT durante el régimen comunista, no se conoce que Karl Marx haya abonado tales teorías en sus escritos). Distintas encuestas realizadas en ex países comunistas en los últimos años muestran que en la actualidad son varios los factores que inciden en los niveles de aceptación de las comunidades LGBT en cada país y concluyen que, en general, las más intransigentes son las sociedades en las que la religión tiene un rol más preponderante. En el caso de Armenia, la homosexualidad continuó siendo un delito hasta el 2003 (es decir, ya entrado el siglo XXI), cuando entró en vigencia la ley de despenalización exigida por el Consejo Europeo como condición para pasar a integrar ese cuerpo. Cinco años después, el país firmó la Declaración sobre Orientación Sexual e Identidad de Género de las Naciones Unidas y ratificó el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales del Consejo de Europa, que prohíbe todo tipo de discriminación. Sin embargo, a la luz de la realidad del colectivo LGBT en Armenia, este es un ejemplo contundente de que, muchas veces, las leyes van por un lado y la práctica por el otro.]]>