Karahundj: El sur de Armenia guarda aún tesoros escondidos y enigmas por resolver.
Karahundj es un conjunto de rocas en forma de menhires, de 300 metros de extensión, ubicados en forma de un signo de interrogación. Su diámetro es de 45 m. Data de la Edad de Bronce, cuando funcionó como un asentamiento temporario. La gente de tanto en tanto visitaba este monumento de gran importancia ritual: se decía que las rocas tenían poderes místicos, cósmicos y de fertilidad. Están en la cima de una colina, mirando hacia el río Sisian, un lugar ideal para hacer parapente.
El único conjunto similar que se conoce es el de Stonehenge, en Inglaterra, a 130 km de Londres.
Los ingleses han sabido cómo manejar este tema apasionante. En todos los folletos turísticos aparece como una interesante excursión a la antigüedad. Hay muchos estudios sobre el tema, libros, historietas para niños, postales, rompecabezas, remeras, banderines, pins. Se proyetó un parque temático. El lugar está muy cuidado, el césped cortado, cercado con vallas. Hay que pagar entrada para verlo. Los videos de viajes y turismo lo muestran como una de las grandes atracciones del país, como el primer observatorio de la humanidad.
Las piedras de Karahundj desafían la fecha aceptada como el nacimiento de la astronomía. Si se prueba que las piedras de Karahundj son anteriores a Stonehenge, entonces, se probaría que los babilonios no fueron los primeros astrónomos. Y esto confirmaría lo que ya se sospecha: que Armenia fue el lugar de origen del zodíaco, y quizás del comienzo de la navegación y del concepto del tiempo.
Un descubrimiento asombroso para un conjunto de ásperas piedras ignoradas por siglos.
Elma Barsamian –astrofísico del Observatorio de Biurakan e internacionalmente reconocido especialista en Historia de la Astronomía-, ha logrado centrar la atención del mundo astronómico en estas piedras. No es novedad para nadie que sepa algo de historia Armenia, que la astronomía es parte importante de la cultura del pueblo armenio. Símbolos del sol, signos zodiacales, antiguos calendarios predominaban en la región, cuando el resto del mundo recién comenzaba a tomar vida, culturalmente hablando. Egipto y China eran áreas rasas todavía, cuando ya los primeros símbolos cósmicos aparecían en las montañas de Gueghamá, cerca del 7000 a.C. También se ha investigado acerca de Medzamor, considerado uno de los observatorios más antiguos del mundo.
Víctor Hampartzumian fue un gran astrófísico armenio, que fundó el observatorio de Biurakan.
Este científico gozó de merecida fama al descubrir el principio de invariabilidad, un poderoso método para solucionar una serie de problemas físicos y astrofísicos. Estudió la dinámica estelar, la ciencia intergaláctica,
las estrellas, las galaxias y su evolución.
Hizo uso de su fama, para difundir la causa de Karapagh ante el mundo.
Fue nombrado Héroe Nacional, en 1994.
En Armenia hay varios observatorios. La posición del país, el microclima, el espíritu científico y observador, hacen de los armenios excelentes astrónomos.
Los estudios en Sisian comenzaron en 1980. En este año, los especialistas descubrieron allí unas tumbas. Antes, el lugar no era más que una curiosidad, aunque sabemos que en el siglo XIX se lo consideraba dotado de poderes: hay pinturas de mujeres yaciendo boca abajo sobre las piedras, en un esfuerzo por curar la esterilidad.
Estas supersticiones o creencias contribuyeron a que se lleven a cabo investigaciones serias. Pero siempre subsistió el interrogante acerca de la razón de estas piedras y exactamente qué edad tienen. Los arqueólogos sostienen que corresponden a la primera mitad del 3° milenio a.C., pero la razón es un enigma. Se creyó en un primer momento que estos monumentos acompañaban a las tumbas halladas. Pero la investigación de Barsamian los llevó a descubrimientos que los dejaron atónitos por la cantidad de piezas y por la disposición especial del complejo.
“Me dijeron que las piedras podrían haber tenido una finalidad ornamental únicamente y además que el agujero que hay en ellas había servido para acarrearlas, lo cual suena gracioso: considerando que pesan más de 10 toneladas y los agujeros están situados en las partes más delgadas, se hubieran partido en segundos”. Lo que Barsamian sí puede asegurar es que las piedras eran una suerte de instrumento telescópico. Todas las del lado Oeste tienen un “antzk”, un “ojo”, y todos ellos miran hacia el horizonte. Los arqueólogos habían focalizado la búsqueda en los elementos encontrados debajo del suelo, pero los astrónomos miraron hacia el horizonte y hacia el cielo, instintivamente. Y los “ojos” de las piedras de Sisian miran hacia el horizonte, hacia puntos específicos del cielo nocturno, desde diferentes direcciones. Mientras que arqueólogos y excavadores pasaban los días en el lugar, Barsamian y sus asistentes pasaban las noches y las auroras.
Y descubrieron que por estos agujeros se pueden ver las fases lunares y la salida del sol en el solsticio.
La astrónoma de Biurakan confirmó su tesis: los armenios fueron navegantes, en efecto, han tenido una relación de íntimo entendimiento con las estrellas, han sabido cómo calcular latitudes y longitudes, incluso cómo dividir el tiempo.
Es decir, se pudo comprobar la finalidad que habían tenido las piedras, aunque las investigaciones quedaron suspendidas a causa de la limitada disponibilidad de fondos. El trabajo bastó, sin embargo, para alimentar un profundo interés en el complejo.
Barsamian publicó sus hallazgos en 1984, y compartió su teoría con otros, uno de ellos Paris Heruní, director del Instituto de Mediciones radio-físicas, y diseñador del primer telescopio óptico-radial del mundo, ubicado muy cerca de Biurakan, en la montaña Aragadz. Heruní, un fanático del tabajo de Barsamian, está convencido de que este descubrimiento pionero no sólo da por tierra las teorías acerca de la época en que los antiguos armenios desarrollaron su cultura, sino que apunta a situar en la meseta de Armenia la cuna de la civilización.
Sobre la base de las investigaciones obtenidas, Heruní organizó cuatro expediciones al lugar entre 1994 y 1996, cada una durante un equinoccio o un solsticio. Él y sus colaboradores trajeron cronómetros, telescopios y equipamiento astronómico para comprobar la exactitud de las piedras. Hasta sobrevolaron el área en helicótero. Trabajaron con fotógrafos y cartógrafos, catalogaron las piedras, hicieron mediciones. Eran como un pequeño ejército invadiendo el área. Muy pronto se confirmaron los descubrimientos de Barsamian. “Dentro del complejo hay 204 grandes piedras. Todas ellas de basalto. Tienen una altura de 0,50 a 3 m, y la base es de hasta 1,5 m de ancho, su peso es de hasta 10 toneladas cada una. De estas grandes piedras, 76 tienen aberturas, 63 permanecen estables, 16 están inclinadas, y 90 yacen sobre sus lados. 45 están dañadas, especialmente en las aberturas”. Heruní piensa que fueron dañadas en la primera etapa del Cristianismo, cuando trataron de destruir todos los vestigios paganos.
La vista desde arriba es impresionante: el complejo está centrado alrededor de 39 piedras en forma de huevo.
El huevo se extiende por 43 metros, formando un patio interior con forma elíptica. Es dentro de esa elipsis donde se encontraron las tumbas.
LOS OJOS FAMOSOS
Tres filas de piedras se encuentran fuera de la figura central. Estas filas son importantes, porque son las de los “ojos”.
A pesar de que la piedra en general es áspera y cubierta de musgo, las aberturas permanecen pulidas todavía y están finamente cortadas. Constituyen lo fundamental de todo el sitio. Son instrumentos muy precisos que señalan la salida y la puesta del sol en determinados días del año. Cada brazo del complejo señala un punto diferente del horizonte.
El equipo de Heruní midió cada uno de esos agujeros y buscó la clave de cómo los antiguos pudieron haberlos usado. Las piedras remedan formas de animales, pero están cortadas toscamente, nada parece refinado o interesante. Sin embargo, las aberturas están cuidadosamente talladas. “Cuando tomamos nuestros propios instrumentos y miramos los acimut a través de estas aberturas, las encontramos muy precisas. Pero ¿qué tan precisas?”.
El científico Heruní hace un dibujo esquemático de Stonehenge, en Inglaterra, señalando los dos círculos que se encuentran en el interior de las gigantescas piedras que la gente confunde con el monumento en sí. Esas enormes “puertas” que todos creen es Stonehenge, no serían nada sin las piedras más pequeñas del centro. Éstas, las pequeñas, son el punto de mira del complejo. Uno se para detrás de ellas, después ubica un poste en uno de los círculos. Desde allí es la única manera en que se puede divisar algo en el cielo. Hawkins, un científico inglés, piensa que los astrónomos rotaban alrededor del círculo para poder seguir manteniendo contacto con el movimiento del sol y la luna.
La explicación científica es lógica, por supuesto: las piedras de Sisian son diferentes de las de Stonehenge. De todos los complejos de piedras descubiertos, nunguno tiene aberturas. Ninguno.
En Stonehenge, el campo de visión es muy amplio, las vistas son de 70 cm de ancho. Pero en Sisian, sólo tienen 5 cm. Y son extremadamente precisos. Más aún si pensamos que debieron hacer sus compases de arcilla o de madera y luego instalarlos dentro de las aberturas. Deben haber sido telescopios asombrosamente exactos para aquella época, incluso para hoy. Una muy delgada capa de vidrio de obsidiana descubierta en el lugar permite a algunos sugerir que las han insertado en los agujeros como instrumento óptico para magnificación. “Quizás, pero nadie ha descubierto nada parecido a un añadido, por lo que continúa siendo estudiado. Yo encontré una pieza de obsidiana que tenía algo filoso en una de sus puntas. Me pareció que era para grabar algo.Pero qué, nunca lo pudimos saber. Por otra parte, las piedras que no tienen agujero también formaban parte del mismo instrumento. Los ojos no hubieran sido suficientes si no se tenían otros ángulos fijos para la visión. Hay una piedra, que puede llamarse la clave de todo el complejo: tiene un recipiente cavado en un lado. Al principio lo miraba y pensaba para qué serviría. Pero una tarde llovió, y al día siguiente el recipiente estaba lleno de agua, y pensé ‘¡por supuesto, es una piedra niveladora!’. Vertiendo agua en el recipiente, los antiguos pudieron determinar el ángulo de la piedra principal, y gracias a eso, determinar la posición de las otras. Un método ingenioso para la época. No pueden decirme que esa gente era sencilla.
Ellos entendieron la geometría y las leyes de la física muchos antes que cualquiera en Europa comenzara a pensar en el tema. Ésta era una cultura increíble”. (Heruní)
También hay tres piedras, numeradas como 60, 62 y 63, que forman parte de un solo instrumento. “un hermoso e importante instrumento”, dice el científico. “A la N° 60 la llamamos la gallina o el gallo, por su forma. Una punta es más alta que la otra, desde la visión de la 62, que tiene un agujero que mira hacia ella. La 63, también tiene un agujero que mira la punta del gallo, pero desde un ángulo diferente. Entonces ésta es la piedra niveladora para las dos primeras.
La latitud en Sisian es de 40°. Desde allí la posición del sol al mediodía en el solsticio de verano es de 50°. El agujero de la piedra 62 está angulado en 50°, justo arriba de la punta de la piedra gallo (la número 60). Pero el ángulo del agujero de la piedra N° 63 (la niveladora), es de 40°, es decir, el mismo ángulo de la latitud de Sisian. Éstas son las piedras que usamos para ver el solsticio de verano. Tenemos nuestros telescopios, nuestros instrumentos calibrados en el mismo ángulo, pero las piedras eran tan exactas que nos preguntamos para qué necesitamos herramientas tan caras. ¡Las piedras eran tan elegantemente correctas!.“
Otras piedras marcan el sol en su cenit en el equinoccio. “La primavera comienza el 21 de marzo. Todos sabemos eso. El Año Nuevo en el antiguo calendario armenio también comenzaba el 21 de marzo. Estas piedras eran fundamentales para marcar el principio de año. Las aberturas también señalaban constelaciones en el cielo, y el sitio funcionaba como universidad: las piedras N° 160 y N° 161 son lo que yo llamo universidad. La N° 160 mira hacia el Oeste, hacia una colina, y está posicionada para que un adulto mire a través de ella. Justo al lado está la N° 161, que mira hacia el mismo punto, pero es mucho más baja. Es ideal para que la use un niño. Yo estoy convencido de que era usada para enseñar a la generación siguiente cómo usar el complejo”.
Karahundj fue sin dudas, el principio del calendario.
Porque para investigar el cielo, hay que tener idea del tiempo.
La historia de la astronomía oficialmente comienza cerca del 3500 a.C., cuando se considera que los habitantes de la Mesopotamia construyeron los ziggurats (torres escalonadas parecidas a una pirámide) en Sumeria, para estudiar el cielo nocturno. Continuaron hasta el 2800 a.C., cuando los historiadores pensaron que la división del firmamento en constelaciones estaba completada, creando el Zodíaco.
Todas estas apasionantes investigaciones no son conocidas por el público en general. No está en los libros de texto, ni en los de Geografía ni en los de Historia. ¿Cómo transmitirlo?
Antes de emprender el viaje hacia el Sur, con los chicos, pregunté a un especialista en historia, quien me mostró fotos de pinturas rupestres en esa zona, y calendarios más antiguos todavía.
Habíamos llevado un libro, comprado recientemente en Erevan, y estábamos haciendo la investigación in situ, -libro y rocas- . En el medio de esa nada, en la colina, bajo el caliente sol del mediodía, nos encontramos con tres jóvenes alemanes, que también, con libro en mano, estaban estudiando la zona. Habían venido caminando desde Sisian, donde estaban hospedados. En Alemania habían leído acerca de este nuevo descubrimiento. Pero sabían tanto como nosotros.
Bajo ese mismo sol, tres pastores estaban cuidando sus vacas, que tranquilamente se paseaban entre estas piedras de más de 5000 años de antigüedad. Me acerqué a preguntar. “Antes que nada”, me dijeron, “sentate a comer con nosotros” (tenían lavash, queso y cebolla de verdeo). Parecía riquísimo, y era una buena hora para almorzar, pero en seguida pensé en los chicos que desde el micro me hacían señas para irnos. Si probaba un bocado siquiera, vendrían todos corriendo, para “compartir amablemente” el almuerzo con los pastores. Tuve consideración por los pastores entonces, y rechacé amablemente la invitación. Les pregunté nuevamente acerca de las piedras, de la numeración, de la disposición, del sol y de la luna. Me dijeron:
-Sí…, no sé…, parece que era un calendario… ¿En serio no querés un poco de lavash?.
Rosita Youssefian
Nota aparecida en Generación3
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