Discurso del Presidente de UGAB en la 91° Asamblea General
Gracias a esta tecnología, hemos podido mantenernos en contacto en estos últimos tiempos.
Todos hemos vivido la experiencia de la pandemia del coronavirus, que no ha eximido a ningún país ni comunidad y se ha cobrado tantas vidas.
Mientras tanto, hacemos todo lo posible para continuar celebrando la vida y rezamos para que podamos volver muy pronto a la normalidad.
Las actividades en la comunidad de la UGAB no se han detenido. Hemos continuado con nuestra tarea de acercarnos a las personas, mediante el desarrollo de nuevos programas centrados en los intereses de nuestros jóvenes y la realización de eventos mundiales, en especial, aquellos que generan mayor impacto en nuestra gente.
Mis compañeros del Consejo explicarán mejor los detalles financieros así como los demás informes de programas y actividades correspondientes al período bianual 2018-2019. Como punto destacado, puedo contarles que fueron años de grandes logros, gracias al esfuerzo y la colaboración de todos y cada uno de ustedes. Fue un período de éxitos internacionales y conjuntos, que tuvieron como resultado el rápido desarrollo de nuestra nación. Parecía, en ese momento, que el mundo nos respaldaba como pueblo y que, finalmente, estábamos viendo el progreso que nos merecíamos dentro de la comunidad de naciones.
Lamentablemente, después de esos años de gran impulso y progreso, el 2020 fue un año muy doloroso para todos. Aun cuando la pandemia mundial no alteró nuestro espíritu ni nuestro compromiso inquebrantable con el trabajo de beneficencia, la primera mitad del año parece haber sido solo un presagio de los verdaderos desafíos que nos esperaban. En agosto, nuestra comunidad del Líbano sufrió el impacto y las consecuencias de una enorme explosión en el puerto de Beirut, que golpeó directamente las zonas armenias de la ciudad, donde reside una gran parte de nuestra comunidad.
No obstante, en respuesta a esta situación, nuestra comunidad dio otro gran ejemplo de compromiso civil en el Líbano. En cuestión de horas, nuestra Comisión Distrital de la UGAB desarrolló una infraestructura de emergencia voluntaria con el apoyo de nuestro dedicado personal y el respaldo de nuestra impresionante tropa scout. Inmediatamente, pusieron en marcha una respuesta filantrópica para sus conciudadanos, reconstruyeron sus hogares (más de 400 viviendas hasta el momento), pusieron un plato de comida en sus mesas y donaron física y literalmente su propia sangre para ayudarlos. Este trabajo se logró gracias al esfuerzo mancomunado de todos ustedes, que los respaldaron con amplias y rápidas medidas de recaudación de fondos. Fue realmente inspirador ver cómo trabajamos unidos, tal como lo soñaron hace mucho tiempo nuestros fundadores.
Poco después de la catástrofe de Beirut, la nación armenia enfrentó uno de sus momentos más oscuros de los últimos tiempos: la guerra que nos afectó a todos y dejó heridas que tardarán mucho tiempo en cicatrizar. El 27 de septiembre, un devastador ataque por parte de las fuerzas azeríes, respaldadas por la inteligencia y los recursos militares turcos, provocó la pérdida de una gran parte de nuestro histórico territorio de Artsaj. Lo más trágico es que causó la muerte de 5000 soldados, y más de 10 000 resultaron heridos. Son algunos de nuestros mejores jóvenes, y cada uno de ellos tenía una vida muy valiosa que se vio alterada para siempre.
[Les pedimos un minuto de silencio en señal de respeto por nuestros héroes]
En su memoria, y para que su sacrificio no haya sido en vano, debemos aunar todos nuestros esfuerzos y nuestros recursos para enfrentar los desafíos que tenemos por delante. Hoy el futuro de Armenia está en riesgo. Si nos unimos, si damos lo mejor de cada uno y usamos nuestras fortalezas personales para ayudarnos mutuamente, con fe y esperanza, podremos construir un futuro brillante y exitoso para la nación armenia.
Estos son tiempos que nos permiten definir y redefinir quiénes somos. Siempre hemos sido un pueblo resiliente. Sobreviviremos, como lo hemos hecho durante miles de años, a través de masacres y persecuciones, a toda clase de conflictos y devastaciones. Con cada desafío, nuestra nación se mantiene viva, pujante y orgullosa de su historia. Como dijo William Saroyan: “Nunca ningún poder ha logrado destruirnos”. Somos nosotros quienes definimos y aseguramos la supervivencia y la fortaleza de nuestro pueblo.
Durante más de un siglo, la UGAB ha sido el pilar de nuestra comunidad en el mundo, comprometida con la ayuda humanitaria y, en especial, con la protección de nuestra integridad y nuestro desarrollo como nación. Cuando el destino de nuestro país está en juego, como en este momento, actuamos como una organización nacional encargada de velar por la seguridad y el futuro de nuestra madre patria. Esta patria es la máxima garantía de nuestra existencia como pueblo, el fundamento para la continuidad de nuestra fe, nuestra cultura y nuestra identidad.
A lo largo de su historia, la UGAB siempre ha tomado medidas audaces en momentos cruciales de nuestra vida nacional, más allá de su función como institución filantrópica. Desde los tiempos de nuestro fundador, Boghos Nubar Pasha, quien encabezó la delegación nacional armenia en las numerosas negociaciones con las diez principales potencias europeas de la primera parte del Siglo 20 y que culminó con el Tratado de Sêvres, el 10 de octubre de 1920, la UGAB ha defendido los derechos de una Armenia independiente en la conferencia internacional. En épocas de la cortina de hierro de la Armenia soviética, Nubar Pasha inició la creación de un centro médico en 1924 (en los peores momentos del comunismo) y la fundación de Nubarashen en 1931, una ciudad que en la actualidad cuenta con una población de más de 12 000 habitantes. A mediados de la década de 1930, el presidente Calouste Gulbenkian entabló una relación con los líderes soviéticos para poder mantener la sede de la UGAB en Armenia, a fin de contribuir al bienestar de la población y proteger los intereses de la Santa Sede de Echmiadzín.
[Nuestro Director Ejecutivo de ese entonces en Ereván fue asesinado por los soviéticos, pero aun así continuamos con nuestra labor.]
El presidente Arshak Karagyozian —bajo cuyo liderazgo la UGAB financió la repatriación de los armenios de la diáspora occidental en 1946-1947, luego de la Segunda Guerra Mundial y en el momento más álgido de la Guerra Fría— logró establecer una condición de estado entre las repúblicas de la Unión Soviética, estado que luego se convirtió en lo que es hoy la Armenia independiente. Cada uno de estos momentos requirió un liderazgo visionario por parte de nuestros predecesores. Gracias a sus acciones, podemos decir que la UGAB ha desempeñado un papel sin precedentes en la historia y en la supervivencia de nuestra Nación.
Del mismo modo, luego de la ruptura que se produjo dentro de la Iglesia armenia en 1956, el presidente Alex Manoogian apoyó a la Santa Sede de Echmiadzín con la convicción de que una iglesia nacional debe y puede sobrevivir y prosperar solo en su patria. Y todos recuerdan la valiente intervención de la presidenta Louise Simone durante el terremoto de Spitak de 1988 y la primera guerra de Nagorno Karabaj, cuando le tendió la mano a la nación. Ella fue más allá de su deber y dirigió la creación de la Universidad Americana de Armenia, que brindó educación a generaciones de líderes y se convirtió en una de las instituciones más respetadas del país.
Todo lo dicho hasta aquí nos lleva a reconocer las necesidades urgentes de la actualidad. Debido a la profunda preocupación por el peligro que enfrenta nuestra nación, los líderes de la UGAB han instado recientemente a todo el pueblo armenio a unirse y a sumar su conocimiento, su compromiso y su formidable voluntad para construir un futuro tras los sucesos del último año.
Hemos solicitado la creación de un equipo independiente de expertos capacitados de Armenia y de la diáspora para que se unan a fin de formar un gobierno y definir nuestras políticas hacia el futuro. El Parlamento de Armenia, así como sus líderes, del pasado y del presente, deberían dejar de lado sus intereses partidarios y unirse detrás de este nuevo liderazgo, en primer lugar para recuperar la confianza de nuestro propio pueblo y, luego, la de la comunidad internacional, a fin de revertir el impacto negativo que creó esta guerra, en detrimento de Armenia y de todos los armenios. Asimismo, deben adoptar e implementar un conjunto de políticas sólidas y coordinadas empezando por el desarrollo de habilidades diplomáticas destinadas a delinear la supervivencia y el papel de Armenia a largo plazo en el contexto y las realidades del nuevo escenario geopolítico. Asimismo, deberían centrarse en la implementación de programas socioeconómicos objetivos, de corto y largo plazo, que permitan mantener la infraestructura del país y su población.
Todos juntos debemos formar un liderazgo moral y práctico, que logre unir al país y nos vuelva a colocar en la senda de la prosperidad. Necesitamos una nueva generación con madurez y experiencia, con formación y alta capacitación en sus respectivos campos de especialización, abierta al mundo y preparada para servir a nuestra nación, impulsarla y dirigirla hacia el futuro. En la UGAB, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para reunir a estos expertos, potenciarlos e instarlos a que trabajen juntos, en lugar de que compitan entre ellos.
Seguimos siendo fieles a la Iglesia armenia, que tanto hoy como en los siglos pasados ha constituido nuestro principal bastión de fe, cultura y supervivencia. Pedimos a todos los armenios que apoyen a la Iglesia nacional como una institución que mantiene vivo nuestro valioso linaje espiritual y arroja luz sobre nuestra identidad dentro de la comunidad de naciones. En un momento en el que somos cuestionados por las autoridades, es necesario mantener la enseñanza de la historia de nuestra Iglesia en los programas del sistema educativo público de Armenia, ya que esta comprende, en gran medida, los últimos dos mil años de historia de nuestra nación.
Somos optimistas respecto del futuro. Confiamos en que la UGAB podrá desempeñar un papel muy importante en la misión de fortalecer la esencia de nuestra nación, que es internacional, con su patria y su diáspora. Esto requerirá la participación de todos y cada uno de ustedes, ya que solamente unidos podremos alcanzar la prosperidad y la estabilidad nacional que deseamos con tanto ahínco.
En esta ocasión en la que se lleva a cabo la Asamblea General de la UGAB, quisiera pedirles también a todas nuestras filiales y a nuestros miembros que trabajen en estrecha colaboración con el Consejo Directivo y las diferentes comisiones regionales. Aporten sus mejores ideas y sus mejores esfuerzos para crear una nueva ola de programas innovadores. No esperen que las iniciativas surjan de las esferas más altas. Exploremos juntos nuevas iniciativas. Es posible que no estemos de acuerdo en todas las decisiones ni en todos los resultados, pero las tomamos con la mejor voluntad y por el bien de nuestro pueblo. Debemos darles a los líderes y miembros de nuestra comunidad el beneficio de la duda, mirarnos unos a otros con empatía y reconocimiento, y recordar siempre que nuestra unión es nuestra fuerza.
Nos enorgullece que la UGAB haya permanecido fiel a su historia de servicio y que inspire un alto nivel de respeto y confianza en nuestras comunidades alrededor del mundo. Esta confianza es el resultado de más de un siglo ofreciendo programas y otorgando apoyo, adaptados a las necesidades de nuestro pueblo. Hoy continuamos en la misma senda. Seguiremos progresando, innovando y creando un futuro del cual todos estaremos orgullosos.
Podemos trabajar codo a codo para sanar las heridas de la Nación armenia.
Una vez más, quiero agradecerles el apoyo continuo y el compromiso con nuestra gran organización. Gracias a ustedes, la UGAB se ha convertido en la institución respetada que es hoy en día.
Me despido con la esperanza de que muy pronto podamos reunirnos en forma presencial.
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