La generación dorada y la mística de UGAB Básquet
“Todo club tiene una generación dorada”. Quien haya pasado parte de su vida en un club, reconocerá fácilmente de qué trata esta frase. Quizá algún club tuvo la suerte de tener más de una; nosotros podemos identificar a la generación nacida entre el ’87 y el ’92 como la nuestra, aunque sin olvidar los que no pudieron brillar, pero sí rompieron las estructuras, allanando el camino para que venga otra generación y pueda tener otras oportunidades. Nos referimos a la generación del ’83 al ’86. Sin ellos hubiese sido imposible, por eso el básquet de UGAB estará eternamente agradecido.
Un poco de historia
Todo arrancó en 2001 como un sueño: construir una estructura de básquet y llevarla lo más alto posible.
Para que un proyecto utópico se logre convertir en un sueño y luego hacerse realidad solo hace falta algo: creer. Suena cursi pero es así. Quien formó parte, de alguna manera -sea como jugador, entrenador, familiar o amigo-, se identificará con esto.
Para que todo chico o chica crea, se entusiasme y sueñe, tiene que tener una familia atrás que lo apoye.
Dónde arrancó
Para referirnos a los primeros tiempos debemos mencionar la liga “Tres de Febrero”, donde grupos de adolescentes -y no tanto- recorrían la provincia de Buenos Aires en colectivo o en tren (no tenían la posibilidad e ir en micro o en autos), y empezaban a reflejar el entusiasmo y las ganas. Ellos tenían más claro que nosotros lo que vendría en los próximos años.
Mientras tanto, esa liga nos hacía visitar clubes que nos mostraban una realidad social a la que no estábamos acostumbrados. Fue en el 2003 que empezamos a pensar la posibilidad de pasarnos a la Federación. “¿UGAB en la federación con todas las categorías?”, visualizábamos.
Llegó el año 2004 y el club creyó que no era una locura. UGAB creyó en el sueño, como esos chicos y esas familias. Nos anotamos en federación: las inferiores en el nivel 14 y la Primera en la D. Ahí empezó nuestro camino formal. Construimos mucha experiencia compitiendo con clubes muy humildes, yendo en transporte público a jugar, sabiendo que teníamos que jugar espalda con espalda para no pasarla mal. (Recordamos como si fuera hoy cuando nos “hicimos grupo” en la cancha de Racing, donde nos dieron una paliza a todos. Cuando el lío terminó, supimos que ahí había nacido la mística de básquet de UGAB).
Del 2004 al 2008 se dieron ascensos tras ascensos de inferiores, hasta llegar al nivel 4 (se ascendían 2 niveles por año), y el 2008 se convirtió en el año del respeto al básquet de UGAB. Esa final de juveniles fue contra Los Indios. Se nos pone la piel de gallina de solo recordarla. Fue un partido que a todos esos chicos los llenará de orgullo siempre y les contarán a su nietos. Por otro lado, la Primera. Era diciembre de 2008. Con un equipo formado por jugadores de sub19 y de sub23, la Primera asciende de la D a C. Para nosotros fue como ganar el oro olímpico. Por todas esas hazañas, definimos al 2008 como el año del respeto por UGAB.
El 2009 trajo el bicampeonato de sub19 y el ascenso de las inferiores al nivel 2 de la Federación. ¡Sí! Nivel 2: nuestras inferiores estaban en el nivel 2 de la Federación.
Llegó el 2010, y éramos un club respetado por los rivales, pero faltaba algo. Faltaba que UGAB Básquet diera que hablar. Ese año pasó de todo: jugamos una terrible final perdida por sub19; ascendió la Primera, de la C a la B; y se sumó el logro más importante (hasta el 2018) del básquet: el subcampeonato de sub23, nivel 1, UGAB vs. River, final que se jugó un 30 de diciembre, sin el equipo completo. A pesar del sinsabor de pensar qué hubiera sido si todos los jugadores hubieran estado para jugarla, fuimos tan felices que lo importante fue vivirlo.
Del 2011 al 2017 el proyecto se hizo sólido. Además del torneo interno, UGAB jugó torneos en el exterior e interior del país y participó de dos Panarmenios.
Es 2019 y varios muchachos de esa generación que brilló en el 2001 y logró el ascenso de la D a la C, hoy (con 26 y hasta 33 años) juegan los niveles más altos de la Federación, y -lo más lindo- lo hacen con la misma pasión y compromiso con que lo hacían hace dos décadas. Es muy emotivo ver cómo en las fotos de los chicos de la Primera de 2008 y de la Primera de 2019 se repiten gran cantidad de caras.
El equipo
Es imposible mencionar a todos y sería injusto y hasta doloroso para el que fue parte y no es mencionado, pero a la vez creemos que vale la pena el error porque hay muchos que merecen este “mimo” o reconocimiento, como Pedro Agaya, nuestro gran capitán y referente; Lucas Muradian, que de a poco recibe el legado de liderazgo; Pablo Zanikian, nuestro pilar; Alexis Koruk y Federico Muradian, dos referentes dentro y fuera de la cancha, que saben de qué se trata jugar en UGAB; Gabriel Nayir, el nene que debutó a las a los 9 años en la categoría sub17 y cómo olvidar a Gonzalo Takessian, Andrés Ohanessian, Facundo Lavieri, Guillermo (tan querido como respetado) y Francisco Balassanian, Nicolás Viduido, Ernesto, Armén, Mario, Martín Gianolini, Ro Venticinque, Maxi Dicranian, Matías Kouyomdjian, Mardi (Andrés Mardirosian), Pedro R., Andrés M., Ari Nayir, Facu V., Marce G., Seba F., Seba L., Tincho L., y muchísimos otros que creyeron y quisieron.
No hay proyecto de conjunto que se prolongue en el tiempo sin que el interés colectivo prime sobre el individual, y sin que las partes funcionen como equipo. Estamos orgullosos de poder todavía ver correr a parte de esta generación. Estamos orgullosos de que muchos de ellos aún se pongan la de UGAB (la de los armenios) con el honor y el respeto con el que lo hicieron siempre, y que además les hayan trasmitido a tantos jóvenes los valores que se fomentan en UGAB. Nuestro club, nuestras reglas. Nuestro templo, donde cualquier club poderoso puede caer.
“Desde que empieza hasta que termina lo vamos a intentar, después vemos cómo nos fue”.
UGAB Deportes
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