King Arthur, el gran rey armenio
Quizás a más de uno le pasó que una noche de sábado, mientras mira unas de esas competencias de boxeo nocturno como las que se emiten en el canal Space, le haya llamado la atención este nombre: Arthur Abraham. La verdad es que no es un nombre alemán y su rostro tampoco tiene la típica fisonomía germana como para estar asociado a la bandera de Alemania (símbolo que muestra la pantalla de la tevé en referencia a su nacionalidad o al país que representa). Entonces, surge la sospecha: ¿realmente es este boxeador alemán? Cuando la pelea termina y, como sucede casi siempre, el triunfo se le adjudica a Abraham, es allí donde la duda se disipa. Más precisamente en el instante en el que el equipo de trabajo de este ilustre boxeador le coloca una cadenita con una típica cruz armenia y luego, por detrás, aparece la bandera armenia para festejar con el alma. Ese triunfo es seguido desde los rincones más recónditos de la tierra por televisión. Arthur Abraham, como se lo conoce en el mundo boxístico (su nombre real es Avedik Abrahamian), nació un 20 de febrero de 1980 en Yereván, Armenia. Si bien en la familia la práctica del deporte fue una constante, siempre había sido tomado a modo de ocio y entretenimiento. Desde muy chico, Abraham practicó karate, jiu jitsu y, más tarde, ciclismo, disciplina en la cual también se destacó. Como muchos armenios a mediados de los noventa, el boxeador también emigró en busca de un futuro mejor. En 1995, la familia de Abraham se trasladó a Alemania, a la ciudad de Bamberg, en la región de Bavaria. Allí estudió y comenzó a mostrar aptitudes virtuosas para el deporte que más adelante desarrollaría. Si bien siempre había admirado a Mike Tyson, en ese momento no se sentía como un boxeador: es cierto que tenía fuerza en sus piernas, pero el resto de su cuerpo era normal, como el de cualquier otro deportista. Así, en forma de hobby, a los 16 años comenzó a practicar boxeo una o dos veces por semana. Fue en esa época en la que los conocedores de campeones le echaron el ojo y lo llevaron por el camino de la competencia deportiva. Así comenzó su carrera en el pugilismo y, en el transcurso de los siguientes dos años, se convirtió en Campeón Nacional para su edad dentro del circuito de amateurs. Sin embargo, en medio de sus incipientes logros, Arthur decidió volver a Armenia a los 19 años para cumplir, durante dos años, con el servicio militar obligatorio en su país natal, y explica esta decisión en una entrevista hecha para la tevé de Armenia: “Mi hermano y yo vinimos a hacer el servicio militar. El hombre tiene que cumplir con el servicio militar, las dificultades las tiene que resolver. Para la vida es muy bueno que así sea”. Luego de terminar con el servicio, se inscribió en la carrera de derecho en la Universidad Estatal de Yereván. “Fue muy bueno haber estudiado porque uno anda en la vida con mucho más cuidado. Puede diferenciar cuando algo está bien o está mal, saber con qué intenciones se le acercan las personas, etcétera. Simplemente, uno puede darse cuenta mejor de esas diferencias”, afirmó en la entrevista del programa Ashjarhí Hayere (Los Armenios del Mundo) que se emite por Shant TV. Sin embargo, a pesar de esta buena experiencia, no siguió vinculado al mundo legal porque volvió a Alemania para continuar con el boxeo, el deporte que lo une a esa gran pasión que es la del movimiento, la destreza y la inteligencia. “El pugilismo es un deporte muy sacrificado, ya que no es no es solamente boxear: tenés que saber correr; desarrollar la técnica, la fuerza física y aplicar la técnica a dicha fuerza; tenés que ser inteligente, conocer bien el ring y saber cómo moverte. Es un deporte con una gran complejidad, es muy problemático. Con todo esto asociado, recién ahí te convertís en boxeador.” La fortaleza psíquica también es primordial en esta disciplina: “Tenés que estar fuerte anímicamente, psíquicamente. Yo siempre gano con mi ánimo positivo, siempre me considero un ganador. Cuando comienza la pelea yo empiezo ganando, nunca pienso en la derrota. Lógicamente, es un deporte y algunas veces me salió mal, el rival fue superior técnicamente y perdí, pero aprendí de esos errores”. Arthur reconoce que, por ser una persona con demasiada energía, no puede dormir más de 4 o 5 horas diarias y el resto del día tiene que estar en actividad, haciendo algo. Aunque tiene negocios fuera de lo estrictamente deportivo, admite que no podría estar sentado en una oficina frente a la pantalla de una computadora, “me sentiría encerrado, como dentro de un pert [fortaleza] y muy aburrido”. Si bien su vida transcurre en Alemania (país al cual afirma estar “completamente agradecido”), Abraham visita periódicamente Armenia, a donde va a descansar espiritualmente. “Voy a mi casa vieja en Nerkin Charbakh. Podría ir a otro lado, pero mi alma y mi corazón están ahí”. También subraya: “Yo nací en Armenia, crecí en Armenia… de corazón y alma soy armenio. Quizás haya cosas en Armenia que no son lindas, no son buenas, algunas cosas se ven como viejas, para mí todo eso es lo más dulce, yo siempre retorno a mi casa vieja”. Volver, respirar, sentir y vibrar lo que el alma le pide. De esta forma Arthur refleja su personalidad: es el mismo de siempre. Ese sentir nacional y humano que, quizás lejos de su verdadera casa, está ausente. Este boxeador, bastante atípico si lo comparamos con sus colegas, habla cuatro idiomas (armenio, ruso, inglés y alemán) y recibió varias condecoraciones por sus servicios a la Madre Patria (entre ellas, la medalla de honor de manos del Presidente de Armenia Serzh Sargsyan y la Medalla Boghós Nubar otorgada por el Ministerio de la Diáspora). El Rey Arturo no olvida su pasado y su presente y también piensa en su aporte a su Madre Patria: “Tengo planes en Armenia, en Nerkin Charbakh, de establecer un centro cultural y de deporte. La idea es que se dicten clases de diferentes tipos: deportes, danzas… para entretener a los chicos con cosas saludables. También con el tema del boxeo: si hay niños que son capaces, hacer que logren llegar más alto que Arthur Abraham”. + info sobre el Rey Arturo arthur-abraham.de El Rey patriota Tan consciente es Arthur Abraham, este boxeador de nacionalidad armenia que vive y trabaja en Alemania, que dos de los cinturones de campeón obtenidos a través de sus logros deportivos fueron dedicados a las cuestiones más sensibles que atravesó la Nación armenia en estos últimos cien años: uno fue dedicado a las víctimas del Genocidio y, el otro, a los Libertadores de la República de Artsaj (Karapagh). De esta forma, mostró en su país de residencia (que tiene una población de algo más de cuatro millones de turcos) su puño de acero que tiene un significado que va más allá de lo estrictamente deportivo. En su página web hace referencia al 24 de Abril como “Día Internacional de Recordación del Genocidio de los armenios” y explica que esa fecha se considera “el día simbólico de recordación del asesinato sistemático, ordenado y conducido por el Estado, de 1.2 millones de armenios en el Imperio Otomano.” Titán en el ring (y en la pista de baile) video Boom-Boom https://www.youtube.com/watch?v=zqJD7fPSWAc A pesar de ser un boxeador y parecer un personaje muy rudo entre las cuerdas, Arthur Abraham tiene una forma de encarar la vida con mucha más simpatía de la que se podría esperar. Esto quedó demostrado cuando protagonizó junto a la cantante armenia Emmy el videoclip de la canción “Boom-Boom” (se puede ver en YouTube). Ese tema, además, representó a Armenia en el concurso Eurovisión 2011 y llegó a la semifinal. Por otro lado, Abraham participó del certamen Let’s Dance de la tevé alemana –un programa de formato parecido al Bailando por un Sueño-, donde presentó una coreografía junto a una bailarina profesional frente a las cámaras. Su evidente falta de soltura fue compensada con un carisma a prueba de todo. Sobre su experiencia en la pista, dijo: “En Let’s Dance mostré qué es lo que puedo hacer más allá del ring. En la tele, la gente me ve todo el tiempo serio, peleas tras pelea. Es por eso que decidí mostrarme en otras cosas, más alegres. Muchos se alegraron, y yo también.” Los números del Rey En su carrera como amateur, Abraham fue campeón del peso liviano en Alemania en el 1997. Tuvo 90 peleas, de las cuales ganó 81, empató 6 y fue derrotado en sólo 3. Ya como profesional, a la fecha, de 44 peleas tiene 40 ganadas, de las cuales 27 fueron por knock out (KO), y apenas 4 derrotas. Entre 2005 y 2009 fue campeón de peso mediano por la Federación Internacional de Boxeo (IBF, por sus siglas en inglés) y actualmente ostenta el título de la Organización Mundial de Boxeo (WBO) en la categoría súpermediano. Las chicas también Si bien el pugilismo es un deporte principalmente masculino, el boxeo femenino gana cada vez más terreno y Susi Kentikian, de 27 años, es la figura armenia más importante en esta disciplina. Radicada también en Alemania y conocida como la Reina Asesina (Killer Queen) por su estilo enfocado en el ataque, ganó 31 peleas de las 34 disputadas (16 de ellas por KO). En 2010 fue nombrada benefactora de la organización Tree Life for Armenia, cuyo propósito es plantar 300.000 árboles y crear puestos de trabajo en la Madre Patria. Dos campeones olímpicos En el año 385 (o 360, según la fuente consultada), el armenio Varaztad se consagró victorioso en las competencias de boxeo de una de las últimas ediciones de las que haya registro de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad. Poco tiempo después, sirvió como rey durante cuatro años bajo el control romano de Armenia. En 1956, el tres veces campeón europeo Vladimir Yengibaryan obtuvo la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Melbourne, representando a la Unión Soviética. ]]>