Filosofía de su existencia
- Propender al desarrollo y elevación cultural, moral y física de las comunidades armenias de la diáspora
- Alentar la publicación y difusión de todas las obras literarias, artísticas, históricas y científicas meritorias, que tengan conexión con lo armenio.
- Fundar, sostener y fomentar colegios, promoviendo de esta forma la enseñanza del idioma armenio
- Contribuir a las obras de beneficencia y asistencia social que se realicen en los países con sedes de U.G.A.B., con destino a todos sus habitantes.
De esta manera, los armenios hallan en la U.G.A.B. la plena identificación con sus auténticos ideales y encuentran en esta Institución la gran oportunidad de profundizar y canalizar sus sentimientos humanitarios. Nuestra cultura es nuestro modo de vida, y éste se logra y mantiene con hombres de la misma idiosincrasia.
La U.G.A.B., bajo el lema “LA UNIÓN HACE LA FUERZA”, ha agrupado y seguirá agrupando a esos hombres.
Historia
Muchos armenios comenzaron a padecer la persecución otomana, y decidieron buscar un nuevo lugar para vivir. Algunos encontraron en la Argentina el espacio para poder crecer. Resultándoles necesario un punto de encuentro en donde pudieran continuar con sus costumbres, manteniendo los lazos con la Madre Patria y la Iglesia, los nuevos inmigrantes crearon distintas instituciones armenias.
Aquellos que tenían más afinidad con los objetivos de Boghós Nubar, ya que habían estado en contacto con su Institución en forma directa o indirecta, se unieron para fundar el 7 de mayo de 1911, una nueva filial de la Unión General Armenia de Beneficencia en Buenos Aires, siendo ésta la entidad armenia más antigua del continente sudamericano.
En sus comienzos sirvió de club social y cultural. Todos los domingos se realizaban conferencias y actividades de esparcimiento en una casa alquilada. En cada encuentro, el número de asociados iba creciendo hasta llegar a contar, en 1925, con 260 socios. Ellos eran los que mantenían en pie el funcionamiento de la Institución mediante sus aportes, además de las donaciones.
El primer Consejo Directivo de la UGAB estuvo conformado por los señores H. Hagopian como presidente, M. Mezadourian como vicepresidente, Haig Mosgofian como secretario, A. Pashadjian como tesorero, y como vocales los señores A. Bechakdjian, S. Ieremian, A. Keoshguerian y L. Keshedjian.
En 1916, cuando la Institución tomó conocimiento del Genocidio que estaban perpetrando los turcos, inmediatamente organizó una campaña financiera destinada a los refugiados de la Armenia Occidental. El resultado fue un éxito; se recaudaron 2.700 francos franceses.
En aquella época, los inmigrantes armenios de la Argentina no contaban con recursos económicos satisfactorios. Trabajaban en el gremio de la carne, en el campo, como comerciantes u obreros. A pesar de la escasez de dinero, realizaron aportes importantísimos. En cuatro años llegaron a recaudar 12 mil francos franceses para auxiliar a los armenios que padecían una de las situaciones más críticas de su pueblo.
El segundo hecho más doloroso fue el terremoto de 1927, con decenas de miles de compatriotas muertos, heridos y desaparecidos. Nuevamente, la colectividad se unió para recolectar dinero, alimentos no perecederos, medicamentos e indumentaria. Incluso, el entonces presidente del Centro Armenio, Israel Arslan, consiguió que el periódico La Razón publicara, gratuitamente, una solicitud pidiendo la colaboración de toda la colectividad. Gracias a esa publicidad se recaudaron 4.050 dólares, paralelamente a los 10 mil que se reunieron mediante otras campañas.
Desde su fundación, la UGAB de Buenos Aires continuó con los principios y objetivos de la UGAB de Boghós Nubar. Quizás, no imaginó su ambicioso futuro.
El Complejo Alex Manoogian
La filial de la UGAB en Buenos Aires ya era todo un hecho. La vieja casona de dos plantas, de la entonces calle Acevedo, servía como lugar de encuentro para que los jóvenes y adultos de la colectividad practicaran algunos deportes y aprendieran los idiomas armenio y castellano. Entre los profesores de la época figuraban los señores Varuyan Adjemian, Roberto Bedrossian, Kissak Kalaydjian, el doctor Melik Mirtzoian y las señoras Eva Youssefian de Shahinian, Brisa Kalaydjian de Kopuchian y Catalina Bedrossian.
Como el edificio era muy precario, la Municipalidad de Buenos Aires envió un ultimátum por el cual quedaba expreso que si no se realizaban las refacciones necesarias, el predio quedaría inhabilitado. Inmediatamente, los integrantes del entonces Consejo Directivo, presidido por el señor Haig Emirian, se reunieron para buscarle una solución al problema. En principio, como la casa era prestada decidieron comprársela a su dueño, el señor Haigaz Sary, ex presidente de la Institución y que había puesto a disposición su propiedad para que la Liga de Jóvenes de 1940 tuviera un espacio para desarrollar sus tareas. Gracias a su aporte solidario, el primer paso ya se había cumplido.
Sin embargo, el Consejo debía afrontar, a continuación, el mayor de los retos. Para reconstruir el edificio hacía falta mucho dinero, y para obtenerlo había que recurrir a las donaciones. Mientras un grupo de colaboradores iniciaba la campaña surgió el deseo de sumarle al complejo un colegio secundario. Por eso, la tarea se desarrolló mediante la creación del “Fondo para la Construcción del Colegio”, además de la organización de varios eventos, como la Fiesta Anual en el Hotel Plaza que reunió a 500 personas.
El objetivo se cumplió. En 1974, el colegio secundario funcionaba con un total de 20 alumnos. Con el pasar de los años, las aspiraciones se fueron acrecentando y concluyeron con la inauguración de un Jardín de Infantes.
Teniendo ambas secciones sólo faltaba la creación de un colegio primario. Pero para ello debía comprarse el terreno lindero. El proyecto costó 152 mil dólares. El dinero fue aportado por el benefactor y el entonces presidente del Consejo Central, el señor Alex Manoogian, quien ya se había mostrado entusiasmado con los proyectos que se venían gestando en la filial de Buenos Aires.
Alex Manoogian no sólo donó el dinero para la construcción de la escuela primaria, sino que aportó otros 600 mil dólares para la edificación del Complejo Social y Deportivo (ver Haig Emirian, Biografía). Por ser uno de los mayores contribuidores de ese proyecto gestado por el señor Haig Emirian, los miembros del Complejo Educativo de la UGAB de Buenos Aires decidieron homenajearlo dándole, a la Institución, el nombre de su señora esposa, Marie Manoogian.
Fuente: Extracción del libro “Nace una Benemérita Institución: Fundación y trayectoria de la Unión General Armenia de Beneficencia” próximo a publicarse, del autor Doctor Eduardo Dante Asilian.